Dorando, que me estás poniendo perdida la moquetarrr
Hay gestas que permanecen décadas en la memoria colectiva de las buenas gentes, cuan poso de caldo de cocido maragato. En la de las gentes que practican el anima sana etc., y también en la de las otras, porqué no. Esta que les traigo hoy es, probablemente, una de las más emocionantes y curiosas dentro del submundo éste del correr con prisa y sin pausa.
Y es que, en el año de gracia de 1908, se celebró en Londres el primer maratón de 42.195 metros de longitud (hasta la fecha, en los celebrados en la era olímpica moderna, la distancia era de 40 kms.). Y por qué, curiosones deportistas amateur y poetastros sedentarios, por qué? Pues porque la familia real inglesa quiso ver la carrera desde el palacio de Windsor, tan ricamente, y de ahí al estadio (donde finalizaba la carrera) resultaba una distancia que ha permanecido hasta nuestros días como la oficial de la carrera de carreras.
Pero la maratón de 1908 no ha pasado a la historia por ésto, sino por la actuación de Dorando Pietri, el caballerete de la afoto, un italiano hirsuto y viril que, contra todo pronóstico, tomó las riendas de la carrera y entró en primera posición en el White City Stadium, en medio de un impresionante griterío y jaleo cockney y dándolo todo para alcanzar la ansiada meta y su pasaporte a la gloria runerística.
No puedorrr, no puedorrrrrrr
Pero, amigas, poco le duró la alegría al pundonoroso Dorando, pues el esfuerzo realizado no esperó a la línea de meta para pasarle factura, ya que, pocos metros antes, el italiano, visiblemente afectado, cayó al suelo cuan largo era. Hasta 5 veces se levantó y volvió a caer, siendo socorrido por los piadosos árbitros de la carrera, que le llevaron en volandas a la meta. Esta ayuda desinteresada provocó la fulminante descalificación de Pietri.
Pero, como no podía ser de otra forma (la pérfida Albión no lo es tanto), la gesta de Pietri fue glosada por Conan Doyle (que estaba entre el público), recordada por Irving Berlin (que compuso una canción en su honor) y la reina Alejandra le obsequió con una coquetona copa de oro, que el sufrido Dorando recogió en el palco de autoridades, entre vítores del público y caras de perplejidad de los ganadores de la prueba, a los que se ninguneó malamente por culpa del agotado spaghetti.
Otra ejemplarizante semblanza, cortesía de Chez Gitane, siempre al lado del corredor y del ex fumador, siempre atento a esas vidas de santos que tan altruista o penoso ejemplo nos han dado (y siguen dando, vease el caso de la sancionadísima y demonizada Marion Jones).
Por cierto, Feliz Navidad a todos menos a uno. You know who you are fuckhead.
7 comentarios:
¿ y quién ganó? por curiosidad de poetastro apalancao, mayormente.
y felicidades a Mondo y a Gitane
Que bestia parda, me recuerda aquellas locas fiesta del día de las pellas, en el que me vi en la misma situación para pedir otra copa, pero claro sin árbitros.
Duda competicional: ¿esos árbitros no recibieron copa alguna?
¡Tres hurras por esos árbitros!
Me hace recordar , a un tipo que abrazaba al portero y lo llevaba con el balón hasta el fondo de la portería...
Tiempos aquellos en que entendían el deporte como algo más creativo, lúdico y flexible.
Está claro que dominas más el inglés que el español. Alguien debería mandarte un mail como esos que mandas tú explicándote la lección de por qué/porqué/porque y por que.
Te recomiendo cualquier manual de español para extranjeros.
Y no me ofendas: yo las peluquerías no las piso, ni las de barrio, ni las de centro, ni ninguna.
(ahora te imagino subiéndote tus gafas de monnypenny retro-modern y entrecerando los ojos, comprendiendo al fin el misterio)
.. mientras agárrola con la diestra imaginándote embadurnada en curry.
Venga, Edryas, no te pierdas el concierto de De Pingo (o mejor, el de los 30 años de Secretos, banda a cuya génesis asististe, oh poetastra imaginativa oh).
Pietri lo que iba era de estricnina con coñá. Un crack.
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