Sueño con trotar, de corto y verde, por la ribera del ancho y majestuoso Shannon. Y hacer series de 1000 metros con Frank Ryan.
Y fantaseo con hidratarme, durante horas, en la penumbra de la barra de The Old Crow. Que La Ardosa está ya muy vista.
Y, delirante, arrojo un ladrillo a una tanqueta en una calleja de Portadown, mientras canturreo, beodamente, The Rare Old Mountain Dew.
Y anhelo pasear por Monto Town de noche, pero sin un penique en el bolsillo (en el día perdí hasta las Saucony en las Carreras de Galway).
Y no haber escuchado nunca, para arrodillarme pinta en mano, la mejor canción de la historia, según el Sabio aquel.