Hay que empezar desde pequeñitos. Que sus churumbeles no hereden aquellos truños sensibleros de Enid Blyton o los intragables tochos de Los Hollister de su grisácea niñez, amigos.
En su Diario, Ebonee Rose nos cuenta su pasión por el running y su deseo de emular a las grandes atletas afroamericanas que la precedieron (sueña con ser la nueva Audrey Paterson, casi nada). También nos relata sus entrenamientos (qué manía) para una carrera popular que peligra por una inoportuna torcedura de tobillo. Sobrecogedor, verdad?
Adicionalmente, sus hijos de Vds. disfrutarán de las peripecias de personajes con nombres tan raciales como Queenie, Jay-Jay y la entrenadora Teena, en un marco Crack Free y sin pizca de rollo gangsta, lo que se agradece, sobre todo si se lee el libro desde Mejorada o Zaragoza, universos tan alejados y extraños a la realidad negrata norteamericana, pese al atuendo y pose de gentuza como los violadoresdelverso esos, que San Silvestre confunda.
Y, quien sabe, quizá Vds. dejen de freírse los sesos con las infumables entrevistas del país semanal y se decidan a trotar un rato los domingos, por hacer algo distinto y darles buen ejemplo a los chavales, que ya toca.
2 comentarios:
Oiga si, que de un tiempo a esta parte la generación viejuna se dedica en cuerpo y alma a la cerveza de Alovera y al rascamiento de pelotas contínuo, así cómo vamos a tener una juventud sana como la de los "dorados" 60, que merendaba bocatas de chorizo del ultramarinos de Jose "El Charcutero" y jugaba al balón-pie con esféricos de trapo... no como ahora que ya ni bollicaos, directamente han pasado al Calimotcho peleón del Carreful aderezado con las Rufles para ellos y las Lays-Light para ellas, y ya de deporte ni hablamos, como mucho una gayola de gasto calórico de 50Kcal...
¡Cielos! suena apasionante. Estoy que me ha entrado así como unas ansias de por dentro como que nose pueden contener así para afuera, que creo que me voy a ir ya a pillarllo.
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